Libertad, liberad a Willy (o lo que se tercie con la ley de educación)

Van Pablo Casado (qué pena de PP, con lo majo que era Fraga) y su "cla" nacional-socialista (para sus votantes procedentes del obrerismo sociaTONTA), y piden libertad con motivo de la nueva ley de educación.


No tengo muchos más argumentos que alegar a la ley Celaa que los siguientes, a saber:

  1. Que no me gusta una ley que tenga nombre (Celaa), que nace tan muerta como las anteriores.
  2. Que lo mejor es que acaba con ocho años de la peor ley educativa que ha conocido España, que también tenía nombre raro de ministro (Wert, el peor ministro de educación después de Herodes) y que todos pensábamos que sus días estaban contados: casi 8 años de incompenitencia educativa.
  3. Que convertimos (los electos por todos) el debate de una ley educativa en un circo ideológico cuando los malabaristas son los maestros y maestras que, de lunes a viernes (y de sábado a domingo, y por las noches, y en vacaciones y...), quienes tienen que lidiar con el absurdo de leyes interesadas. ¿Celaa os ha preguntado?
  4. Que ese debate se convierte en una gran falacia cuando se centra en la lengua vehicular, que es el Castellano (así lo dice la Constitución y no el español, español, español...) cuando son las comunidades autónomas quienes deciden la lengua vehicular en función de la legua materna de su alumnado (igual que en la ley del ínclito Wert y de sus antecesores). Amiguetes del gobierno de Oregón, habéis hecho el gilipollas como tantas veces, purita fachada.
  5. Que la libertad que reclamaban PP, VOX y ciudadanos (siempre me jode escribir este nombre porque yo también soy ciudadano y me lo han usurpado) está en otras cosas. Abro paréntesis:

  • En los cómics de Mafalda, Libertad era pequeñita y ahí seguimos, intentando que crezca.
  • En la Constitución se recoge la Libertad de Enseñanza, por eso hay colegios católicos que son, como Amazon, empresas privadas con ánimo de lucro y podría haber colegios budistas, cátaros o masónicos, por poner algún ejemplo.
  • Segregar a niños y niñas en un colegio es tan absurdo como inasumible por una sociedad mentalmente sana. Y ese ha sido un argumento parlamentario de los detractores.
  • Pretender que el patrimonio común (el suelo, por ejemplo) se regale a una empresa privada que hace negocio con la educación para que construya su artefacto educativo es un despropósito propio de líderes que han pagado su currículo en vez de currárselo. Y ese es el otro gran argumento parlamentario de los opositores.
  • Negarle a la escuela pública su papel vertebrador de la educación es venderse a esas empresas que negocian con el futuro de la infancia. Y ese es el gran argumento del parlamiento tocado del ala derecha.

La libertad de enseñanza, queridos parlamentarios míos (que lo sois), no es que mi "cuñao" mi vecino y yo paguemos vuestras veleidades educativas para segregar, predicar la santa fe, o los poderes de la momia de Lenin. La libertad de enseñanza consiste en educar a ciudadanos y ciudadanas libres para decidir, enamorados de la democracia, tolerantes con la diversidad, europeos por encima de todo. Que hablen y que escriban en una lengua, cualquiera que sea, que les permita comunicarse y construir el mañana que, entre todos, les estamos hurtando.

Por cierto, qué maleducados son ustedes, esto en una escuela sería motivo de un debate (tranquilo).

Vaya desde aquí mi respeto a mis compañeras y compañeros de la escuela concertada y, especialmente, a Rosa y a Sara.

Comentarios