Vacunar a la docencia

Como maestro de nacimiento, aunque recientemente jubilado, agradezco la decisión del Gobierno de Aragón y de su Departamento de Educación de proponer a los y las docentes docentes como población destinataria de la vacuna de Astra Zeneca ya que no puede inyectarse a menores de 55 años según decisión sanitaria (hasta que no se demuestre su eficacia por encima de esa edad).

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Mi agradecimiento, claro está, no es gratuito, que no están los tiempos para regalar nada que no sean solidaridades personales, y me explico:

  1. Es un reconocimiento implícito del riesgo que han corrido y corren mis colegas maestros y maestras que han tenido que inventar planes de contingencia tan tranquilizadores para las predispuestas conciencias familiares y administrativas como malabaristas en lo sanitario.
  2. Reconoce la razón de CGT (mi sindicato, no lo voy a negar) en denunciar las condiciones laborales del profesorado en condiciones precarias de protección, pese a quien pese, y pesa a gente muy querida por mí.
  3. Reafirma el papel estratégico que tiene la presencialidad educativa y quienes la hacen posible en situaciones imposibilitantes: el personal docente y auxiliar que se ha multiplicado desde la incertidumbre, la incomprensión y el ninguneo, poniendo por delante (como el personal sanitario, por ejemplo), su profesionalidad vocacional sobre cualquier otra incoherencia sanitaria o administrativa.
  4. Pone en valor a profesionales comprometidos con la educación española que, por encima de quienes los administran políticamente, consiguieron durante el confinamiento, consiguen durante el tiempo de pandemia y seguirán intentando siempre que el futuro sea más esperanzador.
Reitero mi agradecimiento a la administración aragonesa. Y se lo agradezco en un doble sentido: por haber sido los primeros en manifestarlo y porque su propuesta puede comprometer a otras administraciones autonómicas a seguir su ejemplo. Pero me permito introducir un par de propuestas al titular:
  1. El profesorado de infantil y de educación especial trabaja en el aula sin que su alumnado, en todo o en parte, lleve mascarilla, deberían ser los primeros.
  2. A la vez, deberían tenerse en cuenta las circunstancias personales y familiares del resto del profesorado de cualquier nivel (sean personalmente de riesgo o convivientes con personas de riesgo).
  3. Y, una más, para ser coherentes con el colectivo docente mayor de 55 años, debería vacunarse a los y las docentes que superan esa edad con las vacunas de las otras farmacéuticas para conseguir que los claustros sean lugares libres de COVID.
Los demás, los jubilados esperaremos el turno contentos de que, por fin, nuestros colegas trabajen en unas condiciones sanitariamente dignas.

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