De estupideces, mentiras y verdades como puños

 

Buena la hemos hecho, chaval: tú por mentir y liarla parda y nosotros, los crédulos, por salir a apoyarte en este pírrica solidaridad que son las redes sociales. ¿O no?, a lo mejor no.

Tu trola de la agresión falsa me trae unas cuantas reflexiones de las que ya he avanzado la primera: pese a que la cosa social se está poniendo fatal, que de esta y de la otra o la de más allá nunca saldremos mejores y genera divisiones más que sumas, queda un resto enorme de gente dispuesta a dar la cara, aunque solo sea para que te la partan virtualmente en las redes, por causas que parecen cada vez más perdidas o que pueden perderse y la lgtbifobia o cualquier otra personafobia es una de ellas.

La segunda es previa a la primera: muy mal tienen que andar las cosas para el colectivo homosexual para que, crédulos de nosotros, crédulo de mí, hayamos otorgado certificado de autenticidad a esta historia posible de tan rocambolesca (que todos estamos comprobando con la pandemia o con la involución social, que la realidad no solo es capaz de superar a la ficción, sino de empeorarla). 
Y no es malo que estemos vigilantes, aunque el aviso del lobo haya quedado en este caso a cargo de un Pedro como tú. Y es que Samuel, Basauri, Vitoria hace un rato, Velada y tantas y tantas que puedes consultar en la web de Acrópoli, te tienen que sonrojar hasta más allá del esperpento.
Lo peor será que tu memez de agredido de trampantojo desmovilice a algún desencantado de esto de la reivindicación igualitaria. Pero no te preocupes porque pagarás una multa y porque hay algo peor que lo peor, que es lo pésimo y que también has contribuido a alentar.

Los candorosos que hemos creído tu historieta, por probable, hemos hecho un ridiculito, redundante por nimio, pero te agradecemos que hayas sido capaz de enseñarnos lo deplorable que puede llegar a ser un alcalde madrileño y portavoz del PP que pretende convertir las agresiones homófobas en un derby Madrid-Barcelona y lo execrable de un diputado neofascista para quien, como siempre, la culpa la tienen los inmigrantes, pese a que su apellido Smith no sea el más típico del multicultural Malasaña (O sí, si lo consideramos como un nombre compuesto y no como el apellido de la heroína Manuela, por cierto, hija del francés Jean Malesange).

Finalmente, la enseñanza de la falibilidad de las redes que nuestros disgustos nos cuesta.

Así que ya lo ves, quienes intentamos ser tan cándidos como nos permiten nuestras contradicciones, seguimos buscando, pertinaces, margaritas en la comida de los cerdos.


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