Aplauso fácil

 A Pérez Reverte le pasa como al juez Calatayud, ambos hablan mucho y, como todos, dicen grandes verdades, muchas obviedades y más inexactitudes. Reciben el aplauso del público, yo incluido, aunque cada vez que les doy el mío lo hago como si los escuchara acodados en la barra del bar tomando unas cañas, y así resulta ser como aquel debate del bar de Pirulo, en mi pueblo:

- He visto a una burra nadando en el Ebro.

- Yo también, la burra era blanca.

- No, yo también la he visto y la burra era negra.

Y así toda la noche, el color de la burra acaba siendo más relevante que el hecho de que estuviera nadando.



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