Las estadísticas que Ossorio olvida.

Escucho a Ossorio, segundo de Ayuso en el gobierno de la comunidad de Madrid, justificar que no merece la pena crear una comisión que analice el exceso de fallecimientos de ancianos en las residencias madrileñas durante la pandemia con un desvergonzado a estas alturas "los familiares ya lo han superado" como si se tratara de la muerte del canario del primo Genaro o del hamster de la hija pequeña.

Este individuo, no contento con el corte de vídeo revelador de su ignominia, me ha hecho oír el vídeo entero de su intervención prestando atención a ver si se manipulan sus palabras en el vídeo editado, como pretende en una hábil estrategia sabiendo que la mayoría no va a tragarse la ponzoña de su vídeo entero, a fin de cuentas buena parte de esa mayoría va a quedarse con la falsa sugerencia de que se han manipulado sus palabras.

Pues no, Ossorio dice lo que dice, igual que dijo que él no veía pobres por Madrid para desautorizar el informe de Cáritas sobre la pobreza: que los familiares (tan insensibles ellos, tan desafectos de la familia, tan me importan una p.m. los viejos muertos, como aparenta serlo él mismo) ya "lo han superado" a estas alturas.

Recuerdo, que para todo hay que tener memoria, que en la anterior legislatura, la asamblea de la Comunidad de Madrid, forzó la creación de esa comisión ante una Ayuso que carecía de la mayoría absoluta. Recuerdo también que, acto seguido, la libérrima presidenta convocó elecciones anticipadas y la comisión se fue al traste. No digo que fuera la única razón de la convocatoria electoral, pero sí tuvo su peso. No en vano, poco después de las elecciones madrileñas salían los datos demográficos del Instituto Nacional de Estadística que no favorecían nada al reelegido, esta vez por dolorosa mayoría, gobierno de Madrid Y son estas:

Creo que no se ha analizado suficientemente el incremento de defunciones en 2020 dentro de la Comunidad de Madrid respecto a 2019, y no se ha hecho porque no interesa buscar responsabilidades políticas en ninguna comunidad que salpicarían a unos y a otros, en función de quien gobernase en ese momento, pero un análisis sociológico, que no político, de ese exceso de defunciones dice que en España hubo un 16,74% más de fallecimientos en el año 20 que antes de la pandemia, y también dice que en la Comunidad de Madrid ese exceso fue del 41,2%, es decir, dos veces y media más que la media española, lo que la situó a la cabeza de la mortalidad en España, no solo en términos absolutos (cosa justificable por su elevada población) sino en términos relativos. 

Bien es cierto que habría que cruzar estos datos con otras variables para, en su caso, matizarlos; vamos a ello: si consideramos el índice de envejecimiento regional, comprobaremos la comunidad madrileña es, con Murcia y Baleares, una de las tres autonomías españolas con menor tasa de envejecimiento, así que lo que pudo influir en otras regiones como Castilla y León o Aragón, no resulta determinante en el caso madrileño. 


También podríamos considerar el porcentaje de población mayor de 65 años residente en establecimientos geriátricos, pero con esta variable, Madrid, aun estando medio punto por encima de la media nacional, está más de un punto por debajo de otras comunidades como Castilla-La Mancha (1,8 puntos), Castilla y León (1,64) o Aragón (1,08).


Si lo que tenemos en cuenta es el porcentaje residente en centros de la tercera edad por provincias respecto al total de la población, comprobaremos que la comunidad madrileña está entre los más bajos, muy por debajo de cualquiera de las provincias circundantes o, por compararla con el caso aragonés, más bajo que Zaragoza, que es la provincia más joven entre las aragonesas.


Así que ninguno de los factores demográficamente objetivos, salvo la densidad de población, que podrían suponer una justificación más o menos asumible al incremento de la mortalidad durante la pandemia es aplicable a la incuestionable realidad madrileña que arroja el escalofriante exceso de de casi 19.418 muertes en el año 2020 respecto a los fallecimientos del año anterior y que deberían pesar, si no sobre las conciencias, sí al menos sobre la dialéctica tanto de Ossorio como de Ayuso.

Para quienes duden, recomiendo la lectura del libro morirán de forma indigna, de Alberto Reyero que en el momento de la pandemia era consejero de políticas sociales del gobierno de Ayuso y que tras el llamado protocolo de la vergüenza que determinaba la muerte indigna de los ancianos, dimitió de su cargo afirmando "alguien jugó a ser Dios para decidir quién se salvaba". El propio Reyero pide confrontar con Ayuso en una comisión investigadora que puede dejar en evidencia a la defensora de la libertad que, por lo visto, no incluye la de morir. En ese tiempo, infolibre hizo un trabajo periodístico encomiable que pone al descubierto las miserias de la política de Ayuso respecto a los ancianos, especialmente los ingresados en residencias. Fue el mismo tiempo en el que se produjo una cascada de dimisiones entre los responsables de la sanidad madrileña, hartos de la arbitrariedad presidencial. 

Ayuso, Ossorio y tantos como ellos no han leído a Montaigne, ni siquiera aquella sentencia que pensó para ellos: “Por muy alto que sea el trono, siempre está usted sentado sobre el culo”. Esperaremos acontecimientos.



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