Siempre Almudena

 Faltan unos días para que se cumpla un año de la muerte de Almudena Grandes y la he recordado estos últimos días leyendo su novela póstuma: "Todo va a mejorar". Tal vez, la mejor manera de prevenir el futuro sea imaginarlo y eso parece decir Almudena en sus últimas palabras: luego no digáis que no os lo advertí, y es que, como repite citando a Marcos Ana por boca de uno de sus personajes "no es lo mismo estar libre que ser libre", y de eso va esta distopía futurista de libertades truncadas y resistentes tan anónimos como insignificantes, como aquellos de "los besos en el pan", que son herederos de otros resistentes que la Grandes fue presentándonos en sus inconclusos "episodios de una guerra interminable" con los que "Todo va a mejorar" comparte mirada, hacia el pasado en el primer caso, hacia el futuro en el segundo, certera, siempre.


También estos días (mientras Martínez Almeida loaba al golpista fascista Millán Astray -no lo digo yo, lo dijo él mismo: "España pronto tendrá una victoria y será una merecida victoria fascista"- ante la estatua de un legionario con la bayoneta calada) visité, con mi "Todo va a mejorar" bajo el brazo, la preciosa biblioteca de La Rioja a la que han bautizado recientemente con el nombre de Almudena Grandes. Reponer la placa de la calle Millán Astray en detrimento de la maestra Justa Freire (haciendo bueno el exabrupto atribuido al militar -¡Viva la muerte! ¡Muera la inteligencia! o muera la intelectualidad traidora- que, lo dijera o no, ha sido premonitorio en el callejero de La Latina), no es lo mismo que bautizar una biblioteca con el nombre de Almudena, lo primero me avergüenza, lo segundo me enorgullece y esa dicotomía me inquieta tanto como "Todo va a mejorar" donde reconozco en el futuro algunos hechos que ya he vivido, que estoy viviendo.

Decía Almudena que "El miedo también excluye la dignidad, la generosidad, el sentido de la justicia, y llega incluso a perjudicar la inteligencia, porque altera la percepción de la realidad y alarga las sombras de todas las cosas." (El lector de Julio Verne); también escribió "Aún no son cadáveres y están muertos de miedo" (El corazón helado). Por boca de Manolita, dejó dicho que "Con el tiempo comprendí que la alegría era un arma superior al odio, las sonrisas más útiles, más feroces que los gestos de rabia y desaliento." Y en eso estamos.

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