Cambio de hora

 

Cada vez que llega el fatídico fin de semana en el que se produce el cambio de hora, me pongo de mala leche porque sé que mi, ya de por sí, frágil y deslavazado sueño se va a ver afectado por el absurdo reajuste horario y, durante varias semanas, mi ritmo vital se sentirá despistado como un pulpo en un garaje y tendré hambre cuando no toque, sueño cuando no toque y despertaré con ganas de seguir durmiendo.

Para empezar, en el mapa de los husos horarios podemos comprobar el sinsentido que supone que España, por cuya mitad oriental pasa el meridiano 0, tengamos el mismo huso horario que en Macedonia, Polonia o Suecia, por ejemplo, cuando nos correspondería tener el de Gran Bretaña, Portugal o Canarias. Es decir, que estando en el meridiano 0 nos corresponde el horario GTM 0 (Greenwich Mean Time u Hora del Meridiano de Greenwich) y estamos en GTM+1 o, en invierno, en GTM+2.

Hacer la prueba con un reloj de sol es tan sencilla como definitiva para entenderlo: si asumimos que el gnomon (la varilla) de un reloj de sol proyecta su sombra sobre las 12 a las 12 en punto, resulta incoherente que en Bujaraloz, por ejemplo, por donde pasa el meridiano 0, esto ocurra a las 13 horas oficiales en verano y a las 14 en invierno, de locos.

Y es que, no contentos con el desfase horario, históricamente decidido por Franco para tener la misma hora que en el  Berlín nazi, todavía nos permitimos el disparate de añadir otra hora más en invierno.

Los que están en contra de eliminar el artificio horario alegan los efectos negativos que tendría en los extremos (Galicia y Baleares). En efecto, cualquiera que haya estado en Galicia durante el verano, comprobará que la cena y hasta la primera copa le pillan aún de día mientras que, a poco madrugador que se sea, el desayuno se hace de noche o amanecida. Las vacaciones en Menorca suponen que o madrugas o no cunde nada el día; al fin y al cabo, hay 1187 km en línea recta desde la Punta de S'Esperó (Menorca) al cabo Touriñán (Mugía, La Coruña.). Y es que Galicia, como Canarias o Portugal, está en GTM-1 y nada costaría añadir a la consabida cantinela de las señales horarias: son las 12, las 11 en Canarias y Galicia para salvar los argumentos de los oponentes (los gallegos llevan años reivindicándolo).

Cuestiones históricas, geográficas y técnicas aparte, adecuar nuestro uso horario a la realidad, como paso previo a dejar de marear los biorritmos personales y ciudadanos dos veces al año, parece lo más lógico y, desde luego no retrasar sine díe (ahora hasta 2026 y lo que vendrá) la abolición de esos odiados reajustes. Al fin y al cabo, investigaciones en mano, en los días posteriores al cambio horario es cuando se producen más accidentes cerebro-vasculares y más infartos se producen y no parece que la culpable sea la primavera, que la sangre altera.

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